Obscenidad

13.06.2013 20:36

En “Legal, injusto e inmoral” defendía que la ruptura del contrato social, el programa verdadero del gobierno actual, convertía el no pagar impuestos en un hecho moral y justo. Mi objetivo en este artículo es más tangencial pero creo que igualmente polémico: hablar de la actual manipulación del discurso y del debate político.

El discurso predominante es huero. Es pura falsedad y tergiversación. Es mentira consciente. Es el discurso de un gobierno que convoca a sus expertos en márketing y comunicación como primera medida ante un atentado terrorista que mata a 198 personas.

Este discurso “de clase” que manejan a la perfección, habla de “daños colaterales” y de armas de destrucción masiva inexistentes en Irak. Es el discurso palanganero de los pies encima de la mesa de un rancho tejano. Es el discurso de la hipérbaton perfecta: “el pensamiento único”.

Es un discurso que se nutre y asienta en un sentido absolutamente patrimonialista de los derechos, de la riqueza y su repartición.

Es el discurso del “¡que se jodan!” (los parados) en sede parlamentaria. Es el discurso de que al alba y con viento de poniente, o de levante, qué más da, ha partido una fragata hacia Perejil: ¡viva Honduras!

Un discurso  que afirma que no hay más remedio; de sentido común; de “¡viva el vino!”. De los brotes verdes cada seis meses, de los ajustes presupuestarios involuntarios pero tristemente necesarios de todos los viernes.

Un discurso cuyo meta-mensaje nos culpa de nuestra situación porque vivimos por encima de nuestras posibilidades. Es paternalista, machista, pseudo-cristiano y pijo. Sí, yo también puedo manipular el lenguaje y la información.

Esta obscenidad de su discurso no es nueva. Es puro darwinismo social, pura manipulación de la ética protestante y eugénica maquillada de modernidad. En EEUU, el candidato a presidente afirma en campaña electoral que el 47% de los estadounidenses dependen del gobierno, que no pagan impuestos y que por supuesto su trabajo como presidente no incluiría preocuparse por esta gente. Es decir, por los parásitos que viven por debajo de la línea de la pobreza.  En nuestro país, una consejera de sanidad ya se atreve a preguntar retóricamente si tiene sentido que un enfermo crónico viva “gratis” del sistema, y los expertos elegidos por nuestro gobierno aconsejan reducir pensiones a los trabajadores jubilados según se hagan más ancianos .

Han conseguido contaminar y controlar las premisas del debate político e imponer lo que son alternativas ideológicas como axiomas o dogmas. Sus armas: su economicismo amoral, su ceguera voluntaria y los medios bajo su control que insultan, descalifican, agreden y amenazan.

Aquí en España, todo ello lo hacen bajo la bandera Vaticana y los toros bravos de sus logos. ¡Sin complejos!

Gracias a ellos, y a nosotros, en España se acepta con normalidad que un poder del estado hable de un golpe militar como “suspensión temporal de la legalidad”; que una institución religiosa subvencionada califique la asignatura de Educación para la Ciudadanía como “adoctrinamiento” y que el Ministerio de Educación proponga clases de religión católica para subsanarlo; que el partido en el poder hable de finiquitos pactados diferidos y simulados para sus empleados, y que a ti te acusen de defraudar con el IVA que has facturado pero que todavía no has cobrado.

Gracias a ellos aceptamos con normalidad que se acuse a un presidente del gobierno, a la Policía Nacional y a los servicios secretos franceses de conspiración con resultado de 198 muertos.  Y aceptamos que se acuse a la líder de la dación en pago y los “scratches” de terrorismo y connivencia con ETA.

Aquí es normal que el ministro de hacienda llame a las amnistías de delincuentes  fiscales "procesos de regularización de activos ocultos". Que se diga que no es sostenible que la sanidad pública sea “gratis”. ¡¿Gratis?! Hasta donde yo sé, la atención sanitaria pública la pre-pagan todas las personas con nómina y todos los autónomos.

Obsceno.

Escuchamos sin parpadear que los sindicatos de “clase” son la encarnación del mal, obstáculos demoníacos y corruptos para el enriquecimiento libre e igualitario que proporcionaría la total liberalización del  mercado laboral. Sin embargo, en su idioma los colegios de notarios y arquitectos son  de otra “clase”, en ningún caso sindicatos y ejemplo preclaro de libre comercio.

Su dominio de los temas de debate es tal que hace que discutamos desde un sueldo mileurista  y delante de una caña no subvencionada si hay o no turismo sanitario, o si se reduce el subsidio del paro porque  hay gente que abusa. Como la respuesta  en ambos casos es que sí, cerramos los centros rurales de salud de Castilla La Mancha, que no hacían más que atender operaciones de cirugía estética mamaria a  finlandesas de paso, y reducimos las prestaciones por desempleo a los delincuentes de larga duración.

La contaminación es tan invasiva que hasta yo acabo de escribir “subsidio del paro” cuando la realidad es que es simplemente una devolución del dinero que te habían quitado cuando tenías nómina y trabajabas.

La obscenidad de su discurso no tiene límite: fíjate que sus votantes dejarían de comer antes que dejar de pagar su hipoteca. Sus no votantes no. Estos prefieren dar de comer a sus hijos bajo un techo antes que pagar al banco que les estafó. Radic

ales anti-sistema.

¿Que hay 400.000 desahucios? Ellos nos informan de que más del 80% son de segunda vivienda en  la playa.

¿Que el Gobierno andaluz subvenciona comidas a los niños en las escuelas públicas porque detecta malnutrición? Ellos claman en twiter: “¡Qué será lo siguiente!, ¡¿Por qué no una bicicleta gratis?!”

Y así.

Obsceno.

El lenguaje genera pensamiento. Si seguimos acatando su lenguaje y su discurso acabaremos por aceptar su pensamiento. Nos están ganando la batalla del lenguaje y del discurso político con nuestra total colaboración. Algo, el lenguaje de las ideas y el discurso político, que desde las era de las revoluciones había sido el arma principal contra el privilegio, el antiguo régimen y el status quo de la élites económicas y financieras.

Por lo tanto hablemos nosotros y recuperemos la iniciativa.

Por mi orden alfabético:

  • Los Derechos Humanos están por encima de cualquier ley, religión o cultura.
  • Todos somos iguales ante la ley, a la que nos debemos sólo por contrato social. La ley no es justa por ser ley, es justa si protege el bien común.
  •  La democracia moderna no es una carta otorgada por las élites. Es algo que se constituyó a su pesar.
  • Cuando la sanidad, la educación pública y las pensiones dejan de ser sostenibles hay que buscar soluciones para que lo vuelvan a ser, no eliminarlas.
  • Jamás des gracias por tener un trabajo. Te lo has ganado y además tu puesto está subvencionado con tu dinero.
  • Subsidios públicos son los que reciben las empresas para que te contraten y los bancos para que te den crédito. Tu paro, tu sanidad y tu pensión, las has pagado. No son subsidios, sino derechos por contraprestación..
  • (Espacio libre para que este artículo sea interactivo)

Si queremos vivir en una sociedad justa y verdaderamente democrática, debemos participar activamente y hablar; ese tipo de sociedad no es gratis y tiene muchos enemigos. Es algo por lo que ha luchado mucha gente. Dicen incluso que hubo muertos. Según algunos medios españoles  son rumores infundados y, en todo caso, lo cristiano es perdonar y no hurgar en las fosas.

Un abrazo,

JL

Tema: Obscenidad

No se encontraron comentarios.

Nuevo comentario