¡Qué va a ser de Nóos!
01.02.2014 20:46
He recibido una avalancha de mensajes sobre mi artículo “¡Qué va a ser de nos!”. Ante todo mi agradecimiento por las críticas: es cierto me faltó una “o”.
Lo reconozco: nací bajo la regencia franquista y aún me cuesta acatar, perdón, atacar a la monarquía. ¿Veis? Ya estoy otra vez. Necesito más terapia.
La mayor parte de las críticas - que asumo como certeras - versaban sobre mi “manía” de centrarme en temas inanes, sin relevancia, sin consecuencias claras para la gente: el paro, la ley del aborto, la socialización de las pérdidas financieras, Wert…
“¿Pero es que no se da usted cuenta de que todavía no sabemos si la Infanta va a hacer el paseíllo?” – me espetó un lector.
“Mea culpa...o lo que quieras mear” - contesté en un rapto de indignación elitista.
Pero pido perdón. Desde aquí hago público acto de contrición y privado de micción. El título verdadero era, lo reconozco, “¡Qué va a ser de Nóos!”, pero no me atreví a formularlo. Pero me ha dicho mi psicoanalista que si quiero resolver este nudo sin pasar por las manos de un coach de PNL tengo que escribir la “verdad”. Mi “verdad” creo que dijo realmente. También me dijo que debería de superar que mi abuelo hubiera estado dando abrazos en Bergara, que no sufriera, que no era culpa mía; que se podía y debía criticar tanto a Sixto como a los descendientes borbones de Prim, que ambas cosas eran legítimas- me dijo.
Y yo le creí.
Así que por razones terapéuticas y con la fuerza que me transmiten las certeras críticas de mis lectores, aquí va “¡Qué va a ser de Nóos!”
Nóos es un nombre raro. Como Urdangarín, que si no fuera vasco parecería un nombre élfico del Señor de los Anillos. Nóos es de dos: del pseudoelfo y de su mujer. Dos privilegiados que se han permitido el lujo de robarnos: sobresaliente.
De nos ella no sabe nada. Simplemente lo ama. Al elfo. A mí me pasa igual: la última vez que mi mujer mató a mi cuñado me enteré en un bar por boca de un parroquiano. Fue notable.
Nuestro presidente y suministro de justicia han dicho que ella no es culpable antes incluso que el juez, Ruz, que no juzga, sino que instruye. Muy bien.
Pero el verdadero asunto no es si Nóos, el elfo o la infanta nos han robado, ¡noor! Es si debe o nos debe “hacer el paseíllo”. Los argumentos en contra de este paseíllo pasan por…tener una visión patrimonialista y elitista del estado: algunos somos más iguales que otros. No me parece suficiente.
El juez Ruz, ¡qué aliteración!, ha tenido que luchar contra el estado y su división de poderes para citarla como imputada, del latín imputare, que como su propio nombre indica,“in” dentro, “putare”, pues eso. El apoyo por parte del resto de poderes del estado me ha parecido insuficiente.
Y ya lo que es muy deficiente es que le demos tanto pábulo a esto.
Y me incluyo.
Hala.